martes, 6 de julio de 2010

mañanea la tarde

desde la casa más alta del barrio...sueña Pedro Mari con llamar la atención de la nueva vecina. Crea sentado en la tarde, que confunde con la mañana, una fantasía moldeada por su mundo interior, sin saber que será Julia la que le ayude a sacar a ese otro pedro más diminuto y más real, el que pueda aprender el honorable arte de amar, dejándose acompañar en su alegría por ella.



Pedro se levanta de repente, mira a través del balcón atisbando el horizonte de antenas y tejados. Los rayos del sol se expanden con alegre determinación, Pedro Mari adora esos días en los que el sol y la pereza se dejan acariciar como un gato remolón, pero por otro lado no quiere perder tiempo, algo le pide buscar a la sofisticada Julia porque teme que tal vez él llegue tarde al baile y ella prefiera bailar con otro. Recuerda de repente las palabras de su abuelo:
"si tienes algo claro no dejes escapar la oportunidad, pocas cosas tenemos claras en la vida, Pedro. Adelante, no lo pienses" Y le miraba con los ojillos humedecidos por la nostalgia, pero con una sonrisa siempre preparada en el armario del alma.

En un impulso decide bajar a la plaza y buscar el lugar desde el que esperar a Julia. Pedro se enfunde el sombrero de su abuelo, el viejo Singer, el de las decisiones importantes, el destinado a las sutiles querencias.

Junto a unos bancos céntricos de la plaza se sienta el enamorado muchacho y allí espera bajo el sol de la tarde. Desde ese estratégico espacio vigila y su mirada se clava en la tienda donde coincidieron días atrás Julia y él. Mientras tanto Julia viaja por la Cachemira india. Él espera sin desesperarse en el barrio alto, con la voz de su abuelo muy cerca de la conciencia, acordándose de su paciente figura. En la actitud sosegada reside la virtud que Pedro necesita para crear el mejor modo de empleo que puede tener su vida.

3 comentarios:

  1. Espero que Julia-Lupita-Migemelilla haya llegado ya de la Cashemira india... y que Pedro Mari no llore más su ausencia.

    Besitos, romántico!

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  2. En la realidad ya ha llegado, en la ficción es otra historia. Por lo tanto ya llegó, Pedro Mari ya no llora su ausencia.

    Un guiño de complicidad, compañera.

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  3. La tarde en espera de algo que no llegará. Patético para algunos. Hermoso como sólo el amor puede serlo para mí.
    Más que una tarde fueron unos días tensos, ya resueltos, por suerte. La impotencia del instinto de protección incapaz de cumplirse por la distancia es dura de llevar. Bien está lo que bien acaba ;-)

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