PRIMERA PARTE
Me resultaba curioso que en mi barrio pudiera haber un cine. No había público suficiente, ni siquiera espacio para la sala y las butacas y menos aún para la pantalla, sin embargo sí que había uno, y era invisible. Se accedía a él a través de un viejo local, en apariencia olvidado, y se escondía en un backyard donde dormía tranquilo un viejo tonel y unas sillas que querían ser butacas. ¡Era increíble! A mí me habló la primera vez del cine invisible el espía, me había contado alguna tarde aburrida de lluvia que él fue a ver alguna peli con una antigua novia que tenía. Sus ojos parecían humedecerse al recordarlo.
A pesar de que el espia no me supo explicar cómo se accedía al interior y cómo se podía hacer visible la sala y su territorio de butacas y sala de proyección y pantalla, yo se lo propuse a Julia, supongo que lo único que quería era sorprenderla, y además me parecía más emocionante que los pocos poemas que le mandaba últimamente.
En efecto se lo comenté y accedió con una sonrisa en la boca, añadiendo:
-¡Vale! Pero también me gustaría que me llegara al buzón algún poema, como al principio. De los hermosamente tristes.
Sabido es:
ResponderEliminar"Lo esencial es invisible a los ojos. Sólo se ve bien con el corazón".
Besarkada bat eta ongi etorri berriro!
;)
Me encanta esa frase, Edurne, estoy de acuerdo que se ve bien con el corazón. El cine invisible habrá de verse bien con el corazón.
ResponderEliminarBeste besarkada bat!
Antuán.
si julia tb. invita a sus amigos invisibles al invisible cine de barrio se va a crear el cineclub más origiNAL de la historia univerSAL, hasta los poetas y los músicos y los pintores más recalcitrANTES se convertirán al septimo ARTE, sí es ke... la vida es cine. ¿y el espia? al tonel!!!!
ResponderEliminarMe tienta la idea del cineclub más original, Lupita; la otra opción es que sea algo más íntimo entre Pedro Mari y Julia. Pero lo que está claro es que el espía al tonel!!!
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